sábado, 19 de mayo de 2012

Serie Emociones: La sorpresa, A estas alturas, Llego tarde.



Llegó tarde, sudando, despeinada, ya no sabía si presentarse o no a la cita, camino a ella, le habían sucedido muchos imprevistos, que podían ser señales de que esto no iba a funcionar.
Primero fue el tacón al salir del ascensor ¿como fue que quedo enganchada?  ni sacándose el zapato pudo liberarlo. Al final de tanto tirar, quedo el zapato por un lado y el tacón por otro. Apresuradamente subió al piso a cambiarlos. Claro, ya no serían los mismos que había elegido tan cuidadosamente.
Luego cuando fue a montarse en el coche, tenía un neumático pinchado, ya esta, voy en taximetro se dijo, de paso ahorraré tiempo al no tener que buscar aparcamiento.
Este hecho tan común y rutinario se volvió otro calvario al ser hora punta, principio de mes, con los bolsillos aún con dinero, dejando la parada habitual sin ningún coche y los que pasaban ya iban ocupados.
Espero impaciente, cinco minutos, diez minutos, nada se vislumbraba en el horizonte ciudadano.
Repentinamente un taxi giró en la esquina y milagrosamente estaba vacío, tal fue su sorpresa que no atinaba a hacerle señas, finalmente quizá por esa deformación profesional que tienen alguna personas, el conductor aparco frente a ella como si lo hubiese realmente llamado. Se subió presurosa, dió la dirección  y sacando un peine y un espejillo del bolso, intento recomponer su apariencia. Muy dificil, los estragos de la prisa, el disgusto, la espera......... guardó todo nuevamente en el bolso y quedó pensativa, ¿como se había metido en esta situación? ¿que necesidad tenía de estos apuros que estaba pasando?
A estas alturas ya era lo suficientemente madura como para saber que ninguna cita a ciegas, colmaría sus aspiraciones.
Estaba en esas cavilaciones cuando un fuerte chaparrón que hacia horas se anunciaba,  decidió que era el mejor momento para caer sobre la ciudad. 
Puff!!!! lo que faltaba, ahora los metros, que indefectiblemente debía caminar por la peatonal, la dejarían empapada, bueno se consoló, no hay mal que por bien no venga, por lo menos se presentaría a la cita mojada, despeinada, desarreglada, pero sin huellas de las vicisitudes anteriores, no dejaba de ser una alegría.
Por fin el taximetro se detuvo pagó apresuradamente y corrio debajo de las marquesinas, con la idea de que el desastre estético se minimice, al llegar a la cafetería miró el reloj y se dió cuenta que aún tenia un poco de tiempo. Entró dirigiéndose directamente al lavabo, adonde se seco con toallas de papel y se dedico a recomponer lo mas posible el pelo y el maquillaje. Al finalizar el espejo le devolvió una imagen bastante atractiva y casual.
Se dijo a sí misma: después de todo podía haber sido peor y empezó a confiar nuevamente en el buen acierto que tenía para elegir citas por Internet y en que seguramente esta le daría muchas satisfacciones.  
Salió decididamente del lavabo buscando un señor de mediana edad, con chaqueta azul y camisa blanca, de esas que ya la mayoría desecha por lo trabajoso de mantenerla limpias y perfectas, si lo sabría ella bien de épocas pasadas. A estas alturas ya estaba de vuelta de casi todo. El casi lo usaba solamente para no parecer demasiado soberbia.
Recorrió con la mirada el salón y las mesas sin ver el objeto de su búsqueda, en la calle la lluvia seguía castigando a los transeúntes que corrían para intentando evitarla.
Uno de ellos empujo decididamente las puertas de la cafetería, ella miró primero su atuendo, pensó que podía ser el, por lo menos la camisa blanca, la chaqueta azul, se detuvo en su rostro sin intentar disimular la sorpresa que la invadió, el rostro que vió, el que vestía su cuerpo tal y como se lo había advertido era el de su ex-marido.

Alicia

1 comentario: