sábado, 2 de junio de 2012

Serie Emociones: Alegría


Alegría caminaba animadamente como cada día, esparciendo su entusiasmo por doquier. 
Hoy había decidido hacer algunas visitas que a veces postergaba, pera no verse empañada. 
Es que había emociones que aun siendo buenas amigas, la dejaban a veces un tanto maltrecha y teniendo que interrumpir el resto de las visitas programadas.
Hoy esperaba encontrar a doña tristeza, sin ganas de discutir mucho y poder conversar con ella haciéndole notar que si no existiera tampoco existiría ella misma. 
Desde luego que este argumento lo había utilizado muchas veces, pero tristeza se cerraba en pensar que no servia para nada y que solamente hacia daño a las personas que la contenían. 
Es a esas personas justamente a quien hoy ella visitaría, sabia muy bien en que lugares encontraría a tristeza hoy.
Golpeo la puerta suavemente, mientras esperaba, se preguntaba en que niño se habría alojado tristeza hoy, porque si de algo estaba segura es que allí la encontraría.
En cuanto le abrieron la puerta alegria se dirigio derechita a la salita rosa, alli una niña con un bracito escayolado estaba sumida en sus pensamientos, seria y casi llorosa. 
Alegría se acerco haciendo algo de bulla y le pregunto, hola guapa esta tristeza aquí?  ¿como te llamas? la niña haciendo esfuerzos por no llorar le dijo: me llamo Marita y la tristeza se instaló en mi esta mañana en cuanto entre al cole.
Alegría, dio unas volteretas, soltó una carcajada y le pregunto: por que permitiste que se alojara en ti? y la niña le respondió: es que hoy hay clases de baile y expresión corporal y yo no puedo ir a ellas con este brazo escayolado. 
Alegría reflexiono tan solo un segundo y le dijo, vamos yo se como echar a tristeza, y se llevo a la niña de la mano  dándole y haciéndole dar pequeños saltitos. 
Por el camino se cruzó con un profesor que con gesto adusto que le pregunto a Marita.
- ¿adónde vas? no te dije que no podías participar y debías quedarte en el aula? 
Marita que en un segundo se vio invadida de alegría, le respondió con su mejor voz, a la biblioteca, allí hay muchos libros entretenidos e interesantes y así podré ahuyentar a la tristeza con la que usted me dejo.
El maestro sorprendido con tal respuesta solo atinó a decirle, vale, pero vuelve pronto al aula. 
Marita ya no lo escuchaba, se había dado cuenta que encontraría muchos tesoros en la biblioteca y se dirigió inmediatamente a ella sin desviarse para nada.
El ingresar vió a la bibliotecaria con sus gafas a media nariz, acomodando y ordenando volúmenes. 
Se acercó a ella y con la ayuda de alegría le pidió algún libro entretenido y que fuera interesante. 
La mujer pensándolo un poco le dió la versión infantil de las Leyendas de Bequer, le pareció que esa niña de mirada un poco triste y cuerpo inquieto se sentiría fascinada con estas historias. Marita regresó rápidamente al aula abrazando el tesoro que había logrado. 
Se sentó cómodamente en su pupitre y empezó a leer. Su cara pasaba del asombro al enojo, de la carcajada a la lagrima asertiva, alegría le pregunto si ya se sentía mejor y la niña asintió, diciéndole : 
- Estoy muy bien alegría ya comprendí que de los peores momentos, si te abrazo a ti en lugar de alojar a tristeza, puedo extraer los mejores momentos de la vida. 
Alegría partió feliz de la tarea realizada, feliz de haber derrotado una vez mas a tristeza,  pero no olvidó deslizar un invisible bombón de risa en el bolsillo de la niña. 
Sabia que este ayudaría a mantener su sentimiento, por lo menos mientras no lo extraviara.

Alicia



1 comentario:

  1. Hermosamente contado. Hay que llamar a la alegría, aquella que se descubre en las cosas bellas que tenemos a diario: el sol, el cielo estrellado, mariposas, nieve, paraguas bajo la lluvia, una calecita en la plaza, un barco de papel que soltamos en el lago escrito de sueños, una rosa, una caricia maternal, un tiempo de amigos... tantas para ahuyentar a la tristeza.

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