sábado, 26 de julio de 2014


 La lentitud del tiempo sosegado  



 No puedo abstraerme de todo lo que está sucediendo en el mundo y en Oriente Medio, aunque no paso mi tiempo frente al televisor ni con mi oído pegado a una radio. Es  que una vez que me entero de un evento luctuoso, me da igual cuantos son los muertos y las atrocidades sobre ellos cometidos. Simplemente son crímenes de lesa humanidad y no  hace diferencia a mi parecer la cantidad, ya que aunque son muchos podría ser uno solo y el delito sería el mismo.

Lo que produce en mi mas tristeza es el hecho de que los victimarios de hoy hayan sido víctimas ayer. ¿Como puede ser que los humanos seamos tan torpes o tan amnésicos? También me preocupa la insensibilidad social, estos días se han manifestado personas en contra de este genocidio, se han impulsado peticiones de cese el fuego firmadas por muchas personas. Pero hasta aquí..... no se avanza, no se recogen resultados, en definitiva, los dolientes y el conflicto está muy lejos, ya firmé, me manifesté, no puedo hacer mas.......

Esta es la gran falacia, esta es la hipocresía que dándonos cuenta o no, ponemos en práctica en nuestro día a día.

Cuando en vez de ver en nuestro vecino, compañero de trabajo o amigo a una persona igual que nosotros aún con las características que saludablemente nos  diferencian, vemos un enemigo. ¿Qué creéis? ¿Que por ser una gota en el océano es menos importante? Tristemente no es así, tristemente las guerras suelen empezar en los escritorios de los políticos y estrategas, con el estribillo de defender la razón y el problema yace aquí, ya que cada persona, cada país, cada pueblo tiene su razón, que no es la tuya ni la mía es solo su razón y en defensa de esa razón ficticia mueren personas, ideales, amistades y parentescos.

Somos humanos e imperfectos, pero también somos guerreros. No aceptamos la diversidad aún cuando la prediquemos: “lo que no responde a mis ideales o forma de vida es malo y hay que combatirlo” “no puedo dejar que me ganen ni en las canicas” y así nuestra vida, nuestras pequeñas vidas en nuestros pequeños pueblos se van volviendo una guerra, pequeña es verdad, con batallas también pequeñas, pero guerras igual.

En esos momentos no firmamos peticiones, no nos manifestamos, solo pretendemos que el pequeño rebelde nos acate, somos los dueños de la verdad, tenemos que hacernos respetar, demostrar su desacato, crecernos en la victoria y sobre todo no cejar.........

Si, así empiezan las guerras, las guerras no son de otros, las guerras son nuestras, los muertos son nuestros también, unos mueren por la metralla y otros por la incomprensión, pero al fin son familias muertas, amistades muertas, pueblos muertos.

Actuar, no pensar; odiar, no amar; juzgar, no comprender; sentenciar, no ayudar. Triste destino el de esta humanidad que se cree perfecta y tiene grandes zonas oscuras sin resolver ni reconocer.....

Triste destino el de esta  humanidad que aún sabiendo de sus zonas oscuras se niega a iluminarlas.

Triste destino porque las guerras.............. Las guerras empiezan en casa.

Llegará en la lentitud del tiempo sosegado el día en que la mano que tendamos sea sincera, que el amor que nos ofrecen lo podamos aceptar sin reparo, que veamos nuestros errores antes incluso que los de nuestros prójimo, pero créanme tardara mucho en llegar...... mientras, mientras seguirán muriendo inocentes en las guerras y sentimientos en esta falsa paz.

  
Alicia Gaona 

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